Después de un tiempo sin hacerlo, escribo estas líneas, llena de emoción y de agradecimiento, por haber conocido uno de los lugares más espectaculares que he visto en Colombia, como son los Cerros de Mavicure o Mavecure, ubicados en el en el departamento de Guainía, oriente colombiano, entre la Orinoquía y la Amazonía, muy cerca de la frontera con Venezuela.
Los Cerros de Mavicure son un conjunto de monolitos que hacen parte del Escudo Guayanés, una de las formaciones geológicas más antiguas de la tierra. Los más imponentes que visitamos fueron los cerros Pajarito, Mono y Mavicure (de 712, 480 y 170 metros de altura, respectivamente).
Desde hacía mucho tiempo había querido ir a esta maravilla de la naturaleza y finalmente, se presentó la oportunidad; aunque con algunos tropiezos: sólo nos anotamos cuatro personas para la experiencia, haciendo el viaje más costoso; adicionalmente, faltando una semana para el viaje, mi papá sufrió un síncope, que es un evento en el cual no le llega el oxígeno suficiente al cerebro, perdiendo por unos minutos la consciencia.
Con este suceso, se fue de mí toda expectativa posible. Mi papá permaneció en el hospital mientras le practicaban exámenes neurológicos y no se observaba nada de gravedad. Así que, tomé la decisión de viajar.
De otra parte, tenía cierto temor, porque íbamos a realizar una travesía de 6 días, casi toda por vía fluvial.
Y SE LLEGÓ EL DÍA
Finalmente, se llegó el día; nos embarcamos desde Bogotá hacia Inhírida, capital del departamento del Guainía, en la aerolínea Satena, en un vuelo de aproximadamente 1 hora y 20 minutos.
Cuando el avión estaba descendiendo para el aterrizaje, nos encontramos con un paisaje único, donde el río Inhírida (de color oscuro) se une con el río Guaviare (de color claro), apreciándose claramente la diferencia. Este era un “abrebocas” de lo que sería nuestra experiencia en esta hermosa región.
Una vez en tierra, nos recibió Nicolás, nuestro anfitrión, luego almorzamos un plato típico de la región, llamado ajicero, que es un caldo de pescado, con un sabor picante que le da el ají, acompañado de casabe, que es una especie de arepa elaborada a base de yuca y se usa para acompañar los platos. El plato iba acompañado de lentejas, arroz, pescado frito, patacón y ensalada.
Posteriormente, tomamos una lancha rápida por el río Inhírida, con destino a los Cerros de Mavicure; el recorrido tiene una duración de dos horas y en el camino, realizamos una parada en la comunidad indígena de La Ceiba.
Es importante precisar que el 80% de la población del departamento del Guainía, está conformada por comunidades indígenas; entre ellas, se encuentran las etnias Curripaco y Puinave. Por lo tanto, la mayor parte de los hospedajes y estadía, los realizamos en resguardos indígenas, como una forma de contribuir y diversificar su economía con el turismo, mediante otras fuentes de empleo en estos territorios olvidados, que hasta hace unos años, se vieron azotados por la violencia de los grupos armados al margen de la ley.
LA AVENTURA COMIENZA …
Nos aproximábamos por el río hacia los Cerros de Mavicure y cada vez crecía mi inquietud por conocerlos. Cuando menos lo esperaba, aparecieron tres cerros imponentes que dibujaron en mí una gran sonrisa de emoción y de agradecimiento. ¡Guau, qué belleza!
Continuamos nuestro recorrido en lancha, hasta llegar a la comunidad indígena El Venado, la cual se encuentra ubicada en medio de los tres cerros. Es indescriptible la energía tan especial que se vive en este lugar, yo sentí mucha paz y protección, incluso, se me salieron las lágrimas.
Posteriormente, nos dirigimos hacia el caño San Joaquín, para disfrutar de sus playas de arenas blancas que se forman en la época de verano y para ver el atardecer.
A nuestro paso por el río, se formaban preciosos espejos de aguas rojas.
Aunque no fue posible disfrutar de las playas del caño San Joaquín, toda vez que el nivel del río se encontraba muy alto, nos dimos un refrescante baño en sus aguas rojas y tuvimos el privilegio de ver un regalo de la naturaleza que jamás olvidaremos: un atardecer ¡Alucinante!
Parecía que los mosquitos nos iban a devorar; más, estábamos tan conmovidos con el paisaje, que eso pasaba a un segundo plano.
Pasamos la noche en la comunidad indígena El Venado, rodeados de estrellas y de una luna espectacular, tumbados en las rocas y contando historias.
Allí, tienes la opción de dormir en hamacas o en camas con mosquitero. Nosotros preferimos dormir en una de estas. Cada cama está dotada de sábanas, almohadas y una cobija, por si sientes frío.
LA EXPERIENCIA DE SUBIR AL CERRO MAVICURE
Al día siguiente, nos levantamos a las 4:00 am, para realizar el ascenso al cerro Mavicure y ver el amanecer desde su cima. La caminata es retadora, aunque corta en tiempo, es de un nivel medio a alto, tiene unos tramos de gran pendiente, donde debes hacerlo con la ayuda de cuerdas o en escaleras verticales. La guía nos llevaba con la “lengua afuera”, porque las paradas eran de máximo 3 minutos.
Después de 55 minutos de un gran esfuerzo, por fin ¡Llegamos!
Y qué mejor recompensa que el paisaje que se abría ante nosotros: ¡Los Cerros de Mavicure! Imponentes, majestuosos… Todo un derroche de magia en la cima. ¡Qué emoción!
El estar parada sobre las rocas más antiguas del planeta, me llevo a un estado de agradecimiento, qué alegría tener ese privilegio; también me llevó a conectarme con mis ancestros. Fue un momento sublime.
Cuenta la historia que Inírida era una indígena muy hermosa, que habitaba en el cerro Pajarito y todos los hombres de la región querían casarse con ella. Pero la joven no se quería casar con ninguno y rechazaba toda propuesta que le hacían.
Un día, un hombre se enamoró perdidamente de Inírida, buscó la fórmula para lograr su amor, mediante un brebaje con puzana, una planta que crece en los cerros del Mavicure, pero la fórmula le quedó tan fuerte, que esta, en vez de enamorarse, enloqueció y en su desesperada carrera, escaló el cerro pajarito y al llegar a lo más alto, se desmayó. Como Inhírida fue la única capaz de escalar el cerro, porque este se vuelve tan resbaloso como un jabón, decidió vivir sola, convirtiendo el cerro en su castillo. Por tal razón se le considera una princesa, la cual gobierna desde allí a los seres que rodean el cerro: aves, plantas, animales de tierra y agua. (Tomado del libro Guía de Viaje- lugares fantásticos de Colombia).
Descendimos y al poco tiempo, comenzó a taparse el panorama con una neblina espesa, avisando la lluvia que sobrevendría.
Ahora entiendo el sentido de la madrugada a las 4:00 am, porque, probablemente no hubiéramos visto los cerros en todo su esplendor o ni siquiera realizar su ascenso. Cuando llueve, la roca se vuelve tan lisa como un jabón y el riesgo de caída es muy alto.
Regresamos al alojamiento, almorzamos y nos dispusimos para iniciar la caminata alrededor de los cerros Mono y Pajarito; para lo cual, iniciamos en la sabana y nos fuimos internando en la selva, el paisaje se fue oscureciendo, hasta cuando empezó a llover copiosamente.
Cuando venimos a estos territorios, es indispensable portar una capa para la lluvia, así como botas pantaneras o si no cuentas con ellas, botas de buen agarre.
El trayecto se me hizo largo e incómodo, a pesar de llevar una capa, mis botas se llenaron de agua y una parte de los pantalones.
Se cree que Inírida en agradecimiento, deja que por las paredes del cerro caigan hilos de agua que parecen bordados de plata en las rocas.
Luego, regresamos a la comunidad El Venado, para cambiarnos la ropa y embarcarnos de regreso a Inhírida, donde pasamos la noche y, muy temprano, en la mañana, continuamos nuestro viaje hacia la Estrella Fluvial de Inhírida, un sitio muy especial, donde confluyen tres ríos: el río Guaviare, el Inhírida y el Atabapo, los cuales vierten sus aguas al río Orinoco, uno de los más caudalosos del mundo.
La Estrella Fluvial de Inírida ha sido designada como sitio Ramsar, por la diversidad en aguas, especies de plantas y animales, a sus culturas indígenas y a sus ecosistemas singulares.
Por el momento, finalizamos nuestro recorrido por el departamento del Guainía, para dirigirnos hacia el Parque Nacional Natural El Tuparro, en el departamento del Vichada, otra maravilla de la naturaleza, de la cual, te hablaré en otro artículo de blog.
Mi experiencia en Guainía fue maravillosa, considero que es uno de los paisajes más hermosos de Colombia, que se sale de lo común, se encuentra en una zona muy apartada, poco intervenida, que le da un toque de misterio a esta región; además, la energía que se siente allá es única. Y esto sin hablar de su biodiversidad y su cultura ancestral. Por esto y mucho más, es un destino totalmente recomendado y que no puedes dejar de hacer, si vienes a nuestro país o si vives en él.
INFORMACIÓN GENERAL Y RECOMENDACIONES
- Ecosistema: Selva húmeda tropical y sabana.
- Clima: Cálido húmedo.
- Temperatura promedio: 27°C.
- ¿Qué tipo de vestimenta debo llevar? Pantalones largos, blusa de manga larga, ambos de secado rápido, botas de buen agarre o pantaneras, toalla que no ocupe mucho espacio, vestido de baño, pijama de pantalón largo, gorra o sombrero para protegerse del sol, gafas oscuras. No está de más, llevar una chaqueta o cortavientos para el frío en las noches.
- Elementos para llevar: linterna para desplazarse en la noche, protector solar, repelente para los mosquitos, capa para la lluvia, guantes impermeables para el ascenso a los cerros por cuerda, bastones para caminar.
- Se recomienda tomar tiamina con 20 días de anticipación, por el tema de los mosquitos.
- Energía eléctrica: proviene de páneles solares, la cual es muy tenue, poco apta para leer.
- Señal de celular: es muy limitada y sólo recibes señal de pocos operadores.
- Comodidades: Muy básicas. Se duerme en hamacas o en camas, ambas con mosquitero. El sanitario, es una letrina, que se encuentra por fuera de la habitación. Para la época en la que estuvimos, la comunidad no contaba con duchas para el baño, este debía hacerse en el río.
- Alimentación: Muy básica, consistente en pescado, arroz, lentejas, patacones y yuca brava.
- Llevar documentos personales y dinero en efectivo, en pesos colombianos, porque sólo hay cajeros electrónicos en Inhírida.
- Si bien, no nos exigieron vacunas, es recomendable estar vacunado contra la fiebre amarilla.
- Debes ser muy respetuoso con las personas, la cultura y los saberes ancestrales de esa región.
- Abstenerse de realizar críticas o comentarios que no le aporten a la región. Dedícate mejor a admirar el paisaje, que es espectacular.