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¿Te pasa que las cosas no salen como las planeaste o las esperabas?

Cuando los planes no resultan como queríamos, sería bueno que nos preguntáramos: ¿Qué debo aprender de esta situación? A veces sólo debemos tener una actitud abierta ante los cambios y dejarnos sorprender por lo maravilloso que la vida nos ofrece.

Indice

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Lo que me caracteriza

Por mi formación como ingeniera y en mi ejercicio profesional, tiendo a ser muy organizada, a hacer mi trabajo rigurosamente, estoy acostumbrada a planear y a controlar proyectos, a vislumbrar los riesgos que se puedan presentar, a asegurar que todo salga de la mejor manera posible y cuando no salen de acuerdo con lo planeado, tiendo a culparme, a sentirme mal, me pongo irascible y como decimos en Colombia: me “doy mucho palo”.

Así mismo, me gusta planear los viajes, que las cosas salgan de acuerdo con lo previsto. Soy testigo de que en un sinfín de ocasiones no se cumple el itinerario a cabalidad, por alguna razón los sitios se encuentran cerrados, llegamos cinco minutos después de haber cerrado, las personas con las que voy se levantan tarde o son muy tranquilas, van relajadas por la vida y eso me enerva, porque es como si perdiera tiempo y me negara el conocer lo que quiero. En otras oportunidades, las personas se “quitan” del viaje al presentárseles algún inconveniente, compromiso o porque no tenemos los mismos gustos.

Atrévete a viajar solo

Muchas veces nos privamos de viajar al no tener con quién salir. Esto me ha sucedido en varias oportunidades y menos mal, me he arriesgado; aunque, he de decir que no me agrada viajar sola, pero creo que es más por un tema de inseguridad, especialmente cuando estás en un país donde no dominas el idioma. Pienso que todos deberíamos darnos la oportunidad de viajar solos, así sea una vez en la vida, es una experiencia en la cual te enfrentas con tus miedos, te permite soltarte, conocer personas, sentir su acogida y generosidad.

Lecciones que me ha dejado el cambio de planes

En Australia por ejemplo, el constante cambio de planes fue protagonista en mi visita y tuve que aprender a ser más flexible, a no ver las cosas en blanco y negro, a saber que tenemos infinitas posibilidades y por el hecho de ser diferentes a lo que esperábamos, no necesariamente significa que sea malo o que no pueda ser. Lo anterior debido a que, para mí ha sido un gran reto aceptar los cambios, confiar en que lo nos pasa es lo mejor, la vida se encarga de ponernos en el contexto adecuado y también con las personas que nos van a ayudar a aprender lo que requiramos, sea que nos guste o no.

Pero, cabe recalcar que todo esto ha sido una lección con muchas partes, es por eso, que aquí les traigo algunas situaciones que me ocurrieron relacionadas con la flexibilidad y cambio de planes:

Cuando ingresé a la escuela para estudiar inglés, me clasificaron en un nivel más alto al que yo esperaba; esto me llevó a exigirme más. Durante el tiempo que realicé mis estudios, mis notas no eran las que yo quería, me equivocaba demasiado, los profesores me corregían constantemente; por lo tanto, tuve que aprender a no tratarme tan duro y a disfrutar, incluso con los errores cometidos.

En mi estadía en Australia, podía gozar de dos períodos de vacaciones, de un mes cada uno: el primero en la mitad del curso de inglés y otro al finalizarlo. Tenía un gran anhelo por conocer países como Nueva Zelanda, Tailandia, Sudeste asiático o estados como Tasmania; me había dado a la tarea de planear cada uno de los itinerarios a éstos sitios; sin embargo, yo esperaba viajar con algún compañero, más, no encontré alguno que estuviera disponible, no quería viajar sola, porque me sentía insegura al no dominar el inglés y desistí del viaje. Para el primer período de vacaciones, mis tíos me ofrecieron otra alternativa más sencilla: realizar un viaje de 10 días al interior de Australia, haciendo el recorrido en automóvil a algunos lugares desconocidos por muchas personas, pero que resultó ser espectacular, no tenían nada que envidiarle a otros sitios famosos y lo mejor de todo es que no me lo esperaba. Definitivamente, la naturaleza te sorprende con cosas maravillosas, lo único que requerimos es tener la actitud de apertura para poder recibir todos estos regalos de Dios.

Al finalizar el curso, iba a viajar a Nueva Zelanda sola, incluso, ya estaba tramitando la visa, tenía una ilusión muy grande de conocer esos paisajes tan hermosos; pero por aquellos días, llegó la pandemia del COVID-19 y tampoco pude realizar el viaje, por el cierre de fronteras. Creo que por algo se dieron las cosas de esa manera, pues fue un tiempo muy especial para encontrarme conmigo misma y viajar a mi interior, para descubrir talentos, también para disfrutar de lo sencillo de la naturaleza y para comenzar el proyecto de este blog.

Cuando llegué a la escuela, quería conocer muchos sitios con mis compañeros, especialmente los viernes que salíamos más temprano, pero sus intereses eran muy diferentes a los míos, porque ellos estaban enfocados en conseguir trabajo, alojamiento, comida, siendo los mejores días para trabajar los fines de semana; por lo tanto, no coincidíamos en los horarios. Yo me sentía frustrada y aburrida por la situación; sin embargo, empecé a salir sola, me propuse hacer algo diferente cada semana, algunas veces participaba de las actividades que hacía la escuela, me inscribí en grupos de caminantes o de actividades al aire libre, comencé a conocer a otras personas. Al principio me resistía, pero al ver la acogida de los demás, me solté, vencí algunos de mis miedos e inseguridades, aprendí a disfrutar conmigo misma y también acompañada. Si se hubieran dado las cosas como yo quería, tal vez no hubiese conocido tanto.

Por esto, el aprendizaje en esta ocasión ha sido aceptar los cambios con alegría, buena actitud, aprendiendo a disfrutar con lo que hay, a no renegar tanto, a resistirme cada vez menos, porque “lo que se resiste persiste” y si acepto, puedo fluir con la vida, logrando ser como el agua que corre y no se detiene.

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Experiencias

Experiencia en Belmira

En esta oportunidad les quiero compartir mi experiencia de nuestra salida a Belmira, la cual fue muy especial, en donde, el común denominador fue el cambio de planes y la abundante lluvia; así como el imponente paisaje, los regalos que nos ofreció la naturaleza, el contacto con colibríes, con diversas variedades de orquídeas y el bienestar que nos produjo nuestra práctica de yoga y chi kung. EL ANTES Me encontraba planificando la salida a otro sitio más cercano a Medellín; cuando, el día menos pensado, a tan solo 10 días de nuestro viaje grupal, la profesora que iba a realizar las actividades de yoga y reiki, me confirmó que, en tres días viajaba a Canadá, toda vez que le aprobaron su visa de trabajo e iniciaba labores la siguiente semana. Yo quedé como en shock. Aún no terminaba de digerir la noticia, cuando me llama el guía local de senderismo, informándome que, el hermoso sitio para el cual íbamos, estaba presentando problemas de seguridad. A eso se le suma, los altos costos que me presentaban diferentes empresas de transporte. Desilusionada, en un momento llegué a creer que se estaban presentando muchos obstáculos y que lo mejor sería no realizar la salida. Sin embargo, tomé la decisión de continuar hasta donde fuera posible. Recordé que todo es perfecto y se daría lo que hubiera de ser. Con el pasar de los días, todo comenzó a fluir. La profesora de yoga me recomendó a todo un profesional en la materia, con un enfoque diferente, pero igualmente enriquecedor para las personas que iban a la experiencia en la naturaleza. Con el guía local, definimos cambiar el destino para Belmira, que es un municipio que se encuentra a unas dos horas y media de Medellín, con un clima frío y unos paisajes hermosos. Me dijo que la caminata era 6 km de ida y regreso, muy fácil, con la posibilidad de realizar la actividad en un bosque de robles que se encuentra cerca de su casa; posteriormente, mientras las personas tomaban el almuerzo, podían disfrutar de los colibríes que llegaban a su casa y también tenían la oportunidad de conocer su jardín donde se aprecian diferentes variedades de orquídeas. Me pareció excelente el programa y lo aprobé sin hacer el reconocimiento en campo. Así mismo, conseguí un transporte más asequible a mi presupuesto. En este caso, todo era nuevo: el guía de senderismo, el profesor de yoga y hasta el transporte. Sólo me quedaba, confiar. De otra parte, muchas personas que me habían confirmado su asistencia, desistieron, llegando a pensar nuevamente si valdría la pena el esfuerzo. EL DURANTE Se llegó el día, a pocos kilómetros del pueblo, paramos en un sitio muy lindo, llamado Plaza del Río, que es como una réplica de un pueblo antioqueño, donde los turistas pueden disfrutar de todo tipo de postres y comida para picar. Llegamos a Belmira, para dar inicio a la caminata. El guía me había dicho que la caminata solo tenía un ascenso pronunciado, pero que era muy corto y que el resto del trayecto, era muy suave. Comenzamos el ascenso, llegamos a un mirador, donde se observa una panorámica hermosa del pueblo. Pensé que el resto iba a ser más suave; sin embargo, a medida que transcurría el tiempo, el camino se hacía menos fácil; especialmente, porque empezó a oscurecerse, lo que daba una señal clara de la llegada de la lluvia. Llegamos al bosque de robles y, a pesar de la llovizna, realizamos parte de la actividad. En el momento menos pensado, se soltó un aguacero que no paraba; dando con ello fin a la actividad e iniciando el descenso hacia la casa de nuestro guía local. Era tal la cantidad de lluvia que estaba cayendo, que la vía por donde veníamos parecía un deslizadero. A pesar de tener capas impermeables, las botas y los pantalones quedaron empapados por completo. Lo que no esperábamos era tener en primera fila, todo un espectáculo de color y belleza. Comenzamos por los colibríes. Y, ¿cómo no maravillarse con estos regalos que nos ofrece la naturaleza? Estábamos embelesados con las flores, cuando se suelta nuevamente el aguacero. El camino de regreso se me hizo largo y con toda la atención en que todos llegáramos bien al pueblo. Cuando veníamos en el transporte de regreso, me comenzaron a molestar por lo dura de había sido la caminata; sin embargo, nos reímos mucho con las caídas que se presentaron. DESPUÉS Creo que, a pesar de la fuerte lluvia y lo retadora que pudo ser la caminata para algunos, logramos el objetivo, que era disfrutar de los regalos que nos daba la naturaleza: de maravillarnos con los colibríes, de tenerlos tan cerca; de deleitarnos con diferentes variedades de orquídea, de plantas, del paisaje, de realizar una práctica que nos llenó de vitalidad y nos conectó con la madre tierra y de disfrutar de las risas y de la alegría de los asistentes. APRENDIZAJES De esta experiencia, me llevo los siguientes aprendizajes:

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