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Wilson’s Promontory National park

Es un parque natural, ubicado a unos 250 km al sureste de Melbourne, con espectaculares paisajes, costas rocosas, acantilados, montañas y hermosas playas.

Indice

Wilson’s Prom es el punto más al sur de Australia continental, famoso por sus acantilados de granito que dan un aspecto muy singular a la costa.

El parque Wilson’s Prom tiene un área de 50.000 hectáreas aproximadamente, allá puedes ver canguros, walabies, wombats, emus, equidnas, marsupiales, entre otros. El recorrido comienza en Tidal River, desde allí se pueden iniciar varios de los recorridos.

Me encantó este parque y sin duda alguna volvería allí a recorrer más senderos, pues tan solo estuvimos durante un día. 

Mount Oberon:

Este fue el primer sitio que conocimos del parque, leí que era muy bonito, pero la verdad no llevaba ninguna expectativa, ya que, días antes del viaje me dio un terrible dolor de muela que me hizo pensar que no podía viajar, además, iba con mi tío y su esposa, por lo que, estaba más preocupada de que pudieran resistir la caminata, pues era de 7 km.

Cuando llegué a la cima del monte mi primera expresión fue: ¡AHHH! ¿Qué es esto? Mi piel se erizó al ver tan magnificente obra de la creación, mi corazón se llenó de emoción y agradecí a Dios por ese regalo tan hermoso de permitirme ver semejante cosa tan bella, yo me sentía en otra dimensión, en otro planeta o tal vez en el cielo, respiraba una paz inmensa y a la vez una sensación de libertad, debido a que el viento helado golpeaba fuertemente. Ese día estaba nublado; sin embargo, el cielo se abrió para dejarse ver: a lo lejos se veían unas pequeñas islas que no parecían terrestres, le seguía el mar azul con diversas tonalidades, el cual llegaba a unas pequeñas bahías y las salientes parecían ser animales gigantes defendiendo el territorio, mejor dicho, mis palabras así como las fotografías se quedan cortas para describir lo que sentí. Es el sitio más hermoso que he conocido de Australia. Yo sólo estuve en el parque por un día, más dicen otras personas que han estado en ese lugar, que lo más alucinante es ver una puesta de sol desde allí y les creo.

Tidal River:

Es un río que en su desembocadura al mar se tiñe de color marrón a causa de la presencia de taninos que son liberados por la corteza de algunos árboles en descomposición. 

Así mismo, las rocas poseen minerales ricos en hierro que les da una coloración naranja y parecen animales cortados por la mitad.

Podemos apreciar la vegetación de Tidal River,  este sitio es común la enseñanza de deportes como el surf.

Squeaky Beach:

Y para finalizar, fuimos a Squeaky Beach, la playa más famosa de Wilson’s Prom, de arenas blancas y mar azul turquesa, su nombre viene del sonido chirriante «squeak» que hacen los finos granos de cuarzo al caminar por ella. El recorrido es de unos 4,2 km de ida y regreso. 

Lástima que nos tocó un día muy nublado y lluvioso, pero aun así es precioso y lo disfruté mucho.

Tiene una zona rocosa de granito de color anaranjado, la cual, crea un laberinto de pasajes para explorar por las rocas redondeadas, ellas parecen cortadas de manera perfecta con una máquina.

Las fotos que vienen a continuación se me asemejan, en cuanto a su forma, a un ojo de pescado y otras tenían la forma de animales marinos.

Ahora, las playas de Squeaky Beach, así como algunas tomas del recorrido entre Norman Bay y esta playa.

Así termina un fascinante recorrido por este parque, el cual tiene mucho por ofrecer.

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Experiencias

Experiencia en Belmira

En esta oportunidad les quiero compartir mi experiencia de nuestra salida a Belmira, la cual fue muy especial, en donde, el común denominador fue el cambio de planes y la abundante lluvia; así como el imponente paisaje, los regalos que nos ofreció la naturaleza, el contacto con colibríes, con diversas variedades de orquídeas y el bienestar que nos produjo nuestra práctica de yoga y chi kung. EL ANTES Me encontraba planificando la salida a otro sitio más cercano a Medellín; cuando, el día menos pensado, a tan solo 10 días de nuestro viaje grupal, la profesora que iba a realizar las actividades de yoga y reiki, me confirmó que, en tres días viajaba a Canadá, toda vez que le aprobaron su visa de trabajo e iniciaba labores la siguiente semana. Yo quedé como en shock. Aún no terminaba de digerir la noticia, cuando me llama el guía local de senderismo, informándome que, el hermoso sitio para el cual íbamos, estaba presentando problemas de seguridad. A eso se le suma, los altos costos que me presentaban diferentes empresas de transporte. Desilusionada, en un momento llegué a creer que se estaban presentando muchos obstáculos y que lo mejor sería no realizar la salida. Sin embargo, tomé la decisión de continuar hasta donde fuera posible. Recordé que todo es perfecto y se daría lo que hubiera de ser. Con el pasar de los días, todo comenzó a fluir. La profesora de yoga me recomendó a todo un profesional en la materia, con un enfoque diferente, pero igualmente enriquecedor para las personas que iban a la experiencia en la naturaleza. Con el guía local, definimos cambiar el destino para Belmira, que es un municipio que se encuentra a unas dos horas y media de Medellín, con un clima frío y unos paisajes hermosos. Me dijo que la caminata era 6 km de ida y regreso, muy fácil, con la posibilidad de realizar la actividad en un bosque de robles que se encuentra cerca de su casa; posteriormente, mientras las personas tomaban el almuerzo, podían disfrutar de los colibríes que llegaban a su casa y también tenían la oportunidad de conocer su jardín donde se aprecian diferentes variedades de orquídeas. Me pareció excelente el programa y lo aprobé sin hacer el reconocimiento en campo. Así mismo, conseguí un transporte más asequible a mi presupuesto. En este caso, todo era nuevo: el guía de senderismo, el profesor de yoga y hasta el transporte. Sólo me quedaba, confiar. De otra parte, muchas personas que me habían confirmado su asistencia, desistieron, llegando a pensar nuevamente si valdría la pena el esfuerzo. EL DURANTE Se llegó el día, a pocos kilómetros del pueblo, paramos en un sitio muy lindo, llamado Plaza del Río, que es como una réplica de un pueblo antioqueño, donde los turistas pueden disfrutar de todo tipo de postres y comida para picar. Llegamos a Belmira, para dar inicio a la caminata. El guía me había dicho que la caminata solo tenía un ascenso pronunciado, pero que era muy corto y que el resto del trayecto, era muy suave. Comenzamos el ascenso, llegamos a un mirador, donde se observa una panorámica hermosa del pueblo. Pensé que el resto iba a ser más suave; sin embargo, a medida que transcurría el tiempo, el camino se hacía menos fácil; especialmente, porque empezó a oscurecerse, lo que daba una señal clara de la llegada de la lluvia. Llegamos al bosque de robles y, a pesar de la llovizna, realizamos parte de la actividad. En el momento menos pensado, se soltó un aguacero que no paraba; dando con ello fin a la actividad e iniciando el descenso hacia la casa de nuestro guía local. Era tal la cantidad de lluvia que estaba cayendo, que la vía por donde veníamos parecía un deslizadero. A pesar de tener capas impermeables, las botas y los pantalones quedaron empapados por completo. Lo que no esperábamos era tener en primera fila, todo un espectáculo de color y belleza. Comenzamos por los colibríes. Y, ¿cómo no maravillarse con estos regalos que nos ofrece la naturaleza? Estábamos embelesados con las flores, cuando se suelta nuevamente el aguacero. El camino de regreso se me hizo largo y con toda la atención en que todos llegáramos bien al pueblo. Cuando veníamos en el transporte de regreso, me comenzaron a molestar por lo dura de había sido la caminata; sin embargo, nos reímos mucho con las caídas que se presentaron. DESPUÉS Creo que, a pesar de la fuerte lluvia y lo retadora que pudo ser la caminata para algunos, logramos el objetivo, que era disfrutar de los regalos que nos daba la naturaleza: de maravillarnos con los colibríes, de tenerlos tan cerca; de deleitarnos con diferentes variedades de orquídea, de plantas, del paisaje, de realizar una práctica que nos llenó de vitalidad y nos conectó con la madre tierra y de disfrutar de las risas y de la alegría de los asistentes. APRENDIZAJES De esta experiencia, me llevo los siguientes aprendizajes:

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