¿Por qué agradecer?
Estoy convencida de que lo que nos pasa, no nos ocurre al azar, todo tiene una razón de ser. Durante mis primeros meses en Australia me enviaron por WhatsApp unos audios sobre el Camino de la Gratitud, con Gabriel Acosta. Fueron varios días donde pude descubrir el poder del agradecimiento, tanto de lo grande como lo pequeño, de agradecer hasta por detalles que podrían parecer insignificantes, por la salud, por la enfermedad, por estar laborando o no, por nuestra familia y amigos tal y como son, por el mucho o poco dinero que manejas, por las personas que te prestan algún servicio; en fin, la lista es de no acabar, porque terminas agradeciendo por todo, incluso por lo que no te agrada tanto.
¿Qué es el agradecimiento?
El agradecimiento es una forma de valorar y comunicar los beneficios que hemos recibido de los demás, de reconocer lo que tenemos, lo que somos, es centrarse en lo bueno que hay en nosotros. Agradecer a nuestros padres por habernos dado la vida, por nuestra historia familiar, pues ella nos ayuda a desarrollar nuestros dones y talentos, a descubrir nuestra misión en este mundo, agradecer a nuestros maestros de vida, porque gracias a ellos podemos vernos a nosotros mismos y también lo que debemos trabajar.
Es impresionante ver cómo se abre un mundo de opciones con el simple hecho de agradecer, te quejas y criticas menos, puedes apreciar la bondad de las personas, aprendes a ver a los otros con ojos compasivos, comprendes mejor a los demás, no para justificarlos sino para reconocer su condición humana y ahí me incluyo, porque todos tenemos heridas que duelen y que salen en el momento menos pensado, cuántas veces actuamos con odio, con rencor, nos victimizamos, respondemos agresivamente, somos indiferentes; realmente, no somos nosotros, es esa persona herida que pide a gritos que le pongan atención, que la escuchen, que le den un abrazo, una sonrisa o una voz de aliento.
¿Por qué agradecer si me pasan cosas no tan buenas?
Descubro que detrás de todas las situaciones que viví, fueran buenas, malas o retadoras, siempre tuve algo por lo cual agradecer, pude ver los aspectos positivos; en todo momento hubo una mano amiga que me ayudó o “ángeles”, como yo les llamo; siempre se resolvió la situación, por más complicada que fuera, aunque tuviera implícito un aprendizaje, que, en muchos casos, duele.
Cuando inicié el ejercicio de agradecer, una óptica diferente se abrió ante mis ojos, veía más las cualidades y lo bueno de la otra persona, me fijaba menos en sus defectos o falencias, se comenzó a gestar un proceso de aceptación de mí misma y de los demás; incluso, siempre hubo dinero, a pesar de los grandes desembolsos de dinero que tuve que realizar a raíz de las pérdidas sufridas.
A veces se nos olvida agradecer, más el mejor termómetro que te indica si has dejado de hacerlo es si estás estancado, si te enojas porque las cosas no salen como tú querías, si no llega el dinero o si se esfuma rápidamente, si reniegas de tu situación, de tu familia, de tus amigos, si te comparas con los demás, si sientes envidia de ellos, si te quejas por todo, si sientes que nada es suficiente, que no disfrutas, si criticas y juzgas a los demás por sus actuaciones, si estás en rebeldía contra el mundo y piensas que los demás son los culpables de tu situación, si te victimizas y crees que los demás tienen la obligación de ayudarte, te falta agradecer.
El hecho de agradecer no solo beneficia a los demás, ante todo es un acto que te ayuda a aliviar las cargas, te llena de paz, de humildad y de mucha felicidad.