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¿Acaso el cuerpo habla?
Sí, es muy interesante ver cómo el cuerpo te habla mediante síntomas, enfermedades, dolencias, sobre tus estados emocionales, sobre esas cosas que te preocupan, que te producen temor, miedo, ira, tristeza, sobre emociones que no sabes cómo expresar y que se quedan atrapadas en él, sobre asuntos no resueltos o sobre nuestra historia familiar.
Incluso, pasan años con el mismo síntoma, hacemos caso omiso, porque pensamos que es normal o que es la herencia familiar. Lo que pienso es que, más allá de la enfermedad, lo que nos transmitieron nuestros ancestros fue la forma como se sintieron frente a situaciones dolorosas o difíciles y actuaron de determinada manera, como una solución de supervivencia y, en muchos casos, excluyeron el sentimiento para no sufrir. Lo que se repite en nosotros son esas actuaciones, emociones y duelos no elaborados, no digeridos que derivan en un síntoma.
En este sentido, si nos paráramos en otra posición y viéramos la enfermedad, no como un castigo, sino como una amiga que nos muestra algo de nuestro interior, así como aquellos aspectos de nuestra vida que debemos trabajar, podríamos dar un paso hacia nuestra sanación.
Y esto aplica no solo para dolencias o enfermedades, cada vez que sientas rigidez o incomodidad en el cuerpo, hay algo que estás resistiendo, excluyendo o no estás aceptando. Por ejemplo, si estás viviendo un duelo, la tendencia sería a excluir el dolor, a no sentirlo o a no expresar la emoción, que más adelante puede aparecer como un síntoma.
¿Y cómo me ha hablado el cuerpo?
A continuación, te comparto algunas de mis dolencias cuando estuve en Australia
Cuando empezó la crisis del COVID-19, me angustié bastante, porque lo primero que pensé fue en lo que haría cuando regresara a Colombia, la situación económica tan adversa por la que estamos pasando, si iría a conseguir o no empleo y que seguía sin un rumbo fijo. A los días, me dio un lumbago que no me permitía moverme y que daba indicios de inseguridades de tipo material, como son el empleo, el dinero o alguna carencia de tipo afectivo, también puede dar muestras de mi inflexibilidad y rigidez para aceptar los cambios, pues quisiera hacerlo a mi manera, muchas veces me resisto a encontrarle una solución o salida diferente a los retos, quiero controlar en vez de escuchar mi ser interior.
Posteriormente, comenzó a dolerme un tobillo que puede estar vinculado con la capacidad de mantenerme flexible, de parar para seguir en una dirección y de disfrutar, incluso de lo pequeño.
Meses atrás, me dio un dolor de muela antes de realizar mi viaje por el sur de Australia, el cual, puede estar relacionado con la toma de decisiones y con la incapacidad de manifestar mis deseos y necesidades, pues el viaje no se dio como yo lo quería ni tampoco en el tiempo planeado.
Todo esto y muchas más dolencias o situaciones que me ocurrieron, lo que me dicen es que no puedo hacer caso omiso a su existencia, que el primer paso es reconocer que los tengo o que me están sucediendo, que debo aceptarlos y no resistirlos, pues la resistencia nos frena, no nos deja fluir; que debo agradecerles, porque me están mostrando algo más interno, me invitan a amarme más y que debo perdonarme porque no lo he podido asumir mejor.