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¿En los viajes se han perdido o dañado tus objetos personales?

Muchas veces, las pérdidas nos muestran aspectos de nuestra vida que deben ser vistos o resueltos. En mi estadía en Australia, éstas fueron una constante, las cuales te quiero compartir en este post.

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Cuando la constante son las pérdidas…

En mi viaje a Australia tuve muchas pérdidas, las cuales me dejaron grandes aprendizajes, que en esta oportunidad les quiero compartir.

  • Se extraviaron mis maletas cuando llegué a Australia: Mi itinerario era el siguiente: Bogotá- Santiago de Chile – Melbourne – Sydney. En Melbourne cambié de aerolínea y por consiguiente, debía reclamarlas allí; más, no lo hice, porque me dijeron que llegaban directamente al lugar de destino. Recuperarlas fue toda una odisea, porque ninguna de las dos aerolíneas con las que viajé se hizo responsable. Fue tanta la insistencia de mis familiares, que finalmente me las enviaron a Sydney. Cuando compres tus tiquetes internacionales, te recomiendo ser muy cuidadoso con las aerolíneas que escojas, deben ser serias y responsables.
  • Se dañó mi celular nuevo en el mar: Nos estábamos tomando unas fotos con mi celular nuevo en el Royal National Park, en un sitio espectacular, llamado Figure 8 Pools; estábamos entretenidos tomándonos fotos, cuando llegaron dos olas y nos revolcaron a todos los que estábamos allí, mi celular cayó al mar y sólo lo pude recuperar a los 15 minutos, pero ya no prendía. Como lo tenía en modo avión para ahorrar batería, no pude recuperar ninguna foto, todo quedó en mi mente, en el recuerdo. Dentro de todo hubo algo bueno y es que recuperé mis dos SIM card, las cuales estaban en perfecto estado y pude acceder a mis contactos. Algo importante, es que estoy sana y salva, muchos de los que estaban en ese lugar quedaron con múltiples heridas por la acción del mar, a mí, por fortuna, no me pasó nada. Hubiera podido ser más grave.
  • Justo cuando me montaba al tren de regreso a casa, se me cayó una gargantilla por el pequeño espacio que existe entre la plataforma y este. Creo que si lo hubiera planeado no habría salido tan perfecto. La verdad, yo no sabía si reír o llorar, estaba tan desconcertada que me preguntaba: ¿Qué es lo que debo aprender? ¿A qué me estoy apegando? ¿De qué me quiero deshacer?
  • Me pasé un semáforo titilando en rojo, no me dio tiempo de pasar la calle y casi me atropella un carro. Nuevamente, me confié y hubo mucha imprudencia de mi parte. Desde eso, trato de ser más paciente y andar con menor prisa, con más precaución, disfrutando del camino, así llegue tarde al sitio de destino.
  • Perdí una muela: Una semana antes del viaje por el sur de Australia, me empezó un terrible dolor de muela, por espacio de cinco días. Cuando llamé al seguro médico, me informaron que este no estaba activo y mientras tanto, debía esperar una semana para que me enviaran la tarjeta. Como quiera que este no cubría emergencias odontológicas, tuve que adquirir otro seguro para que me atendieran. Me hicieron un conducto, que básicamente consiste en retirar los nervios muertos de esa muela y posteriormente hacer una corona. No obstante lo costoso de esta emergencia, hubo cosas buenas: solucionaron el problema a mi dolor, pude realizar el viaje que tenía para esos días, el centro odontológico quedaba muy cerca de donde vivía y era el último día que atendía el odontólogo, porque salía de vacaciones.
  • Se me dañó una blusa: Estaba planchando una blusa nueva que me había regalado mi hermana de cumpleaños, no me fijé en el material de la blusa que estaba planchando y el vapor le hizo unos huecos.
  • Se demoraron dos años de la Embajada de Nueva Zelanda para devolverme el dinero de la visa, por el cierre de fronteras durante la pandemia. Para mi fortuna, recuperé el dinero que daba por perdido.

¿Qué he aprendido de las pérdidas?

Aún no logro comprender todas esas pérdidas, intuyo que ellas me hablan de algo más interior: de los apegos que tengo tanto materiales como mentales, a mis creencias, a mi forma de pensar algo rígida, me hablan de ser más flexible, de juzgar menos (incluyéndome), de asumir mis decisiones con tranquilidad y alegría, de aceptar que como ha sido es perfecto para mí, que todo tiene un propósito de aprendizaje, algo para agradecer, así no sea tan agradable, de permitir equivocarme, de ser imperfecta.

Las pérdidas también me han ayudado a ser más observadora, a identificar ciertos patrones que se repiten en mi vida, aspectos que debo trabajar o aquellas cosas que debo soltar para poder recibir.

Es maravilloso ver cómo de algo aparentemente malo, podemos sacar cosas buenas, y, ¿Por qué no, lo mejor de nosotros?

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Experiencias

Experiencia en Belmira

En esta oportunidad les quiero compartir mi experiencia de nuestra salida a Belmira, la cual fue muy especial, en donde, el común denominador fue el cambio de planes y la abundante lluvia; así como el imponente paisaje, los regalos que nos ofreció la naturaleza, el contacto con colibríes, con diversas variedades de orquídeas y el bienestar que nos produjo nuestra práctica de yoga y chi kung. EL ANTES Me encontraba planificando la salida a otro sitio más cercano a Medellín; cuando, el día menos pensado, a tan solo 10 días de nuestro viaje grupal, la profesora que iba a realizar las actividades de yoga y reiki, me confirmó que, en tres días viajaba a Canadá, toda vez que le aprobaron su visa de trabajo e iniciaba labores la siguiente semana. Yo quedé como en shock. Aún no terminaba de digerir la noticia, cuando me llama el guía local de senderismo, informándome que, el hermoso sitio para el cual íbamos, estaba presentando problemas de seguridad. A eso se le suma, los altos costos que me presentaban diferentes empresas de transporte. Desilusionada, en un momento llegué a creer que se estaban presentando muchos obstáculos y que lo mejor sería no realizar la salida. Sin embargo, tomé la decisión de continuar hasta donde fuera posible. Recordé que todo es perfecto y se daría lo que hubiera de ser. Con el pasar de los días, todo comenzó a fluir. La profesora de yoga me recomendó a todo un profesional en la materia, con un enfoque diferente, pero igualmente enriquecedor para las personas que iban a la experiencia en la naturaleza. Con el guía local, definimos cambiar el destino para Belmira, que es un municipio que se encuentra a unas dos horas y media de Medellín, con un clima frío y unos paisajes hermosos. Me dijo que la caminata era 6 km de ida y regreso, muy fácil, con la posibilidad de realizar la actividad en un bosque de robles que se encuentra cerca de su casa; posteriormente, mientras las personas tomaban el almuerzo, podían disfrutar de los colibríes que llegaban a su casa y también tenían la oportunidad de conocer su jardín donde se aprecian diferentes variedades de orquídeas. Me pareció excelente el programa y lo aprobé sin hacer el reconocimiento en campo. Así mismo, conseguí un transporte más asequible a mi presupuesto. En este caso, todo era nuevo: el guía de senderismo, el profesor de yoga y hasta el transporte. Sólo me quedaba, confiar. De otra parte, muchas personas que me habían confirmado su asistencia, desistieron, llegando a pensar nuevamente si valdría la pena el esfuerzo. EL DURANTE Se llegó el día, a pocos kilómetros del pueblo, paramos en un sitio muy lindo, llamado Plaza del Río, que es como una réplica de un pueblo antioqueño, donde los turistas pueden disfrutar de todo tipo de postres y comida para picar. Llegamos a Belmira, para dar inicio a la caminata. El guía me había dicho que la caminata solo tenía un ascenso pronunciado, pero que era muy corto y que el resto del trayecto, era muy suave. Comenzamos el ascenso, llegamos a un mirador, donde se observa una panorámica hermosa del pueblo. Pensé que el resto iba a ser más suave; sin embargo, a medida que transcurría el tiempo, el camino se hacía menos fácil; especialmente, porque empezó a oscurecerse, lo que daba una señal clara de la llegada de la lluvia. Llegamos al bosque de robles y, a pesar de la llovizna, realizamos parte de la actividad. En el momento menos pensado, se soltó un aguacero que no paraba; dando con ello fin a la actividad e iniciando el descenso hacia la casa de nuestro guía local. Era tal la cantidad de lluvia que estaba cayendo, que la vía por donde veníamos parecía un deslizadero. A pesar de tener capas impermeables, las botas y los pantalones quedaron empapados por completo. Lo que no esperábamos era tener en primera fila, todo un espectáculo de color y belleza. Comenzamos por los colibríes. Y, ¿cómo no maravillarse con estos regalos que nos ofrece la naturaleza? Estábamos embelesados con las flores, cuando se suelta nuevamente el aguacero. El camino de regreso se me hizo largo y con toda la atención en que todos llegáramos bien al pueblo. Cuando veníamos en el transporte de regreso, me comenzaron a molestar por lo dura de había sido la caminata; sin embargo, nos reímos mucho con las caídas que se presentaron. DESPUÉS Creo que, a pesar de la fuerte lluvia y lo retadora que pudo ser la caminata para algunos, logramos el objetivo, que era disfrutar de los regalos que nos daba la naturaleza: de maravillarnos con los colibríes, de tenerlos tan cerca; de deleitarnos con diferentes variedades de orquídea, de plantas, del paisaje, de realizar una práctica que nos llenó de vitalidad y nos conectó con la madre tierra y de disfrutar de las risas y de la alegría de los asistentes. APRENDIZAJES De esta experiencia, me llevo los siguientes aprendizajes:

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