Planear es una de mis especialidades
Con frecuencia planeo y me hago grandes expectativas de los viajes que quiero realizar, me imagino cómo deberían ser según mi criterio, ya que, me gusta que se lleven a cabo en el tiempo y de acuerdo con el itinerario establecido, en ese aspecto soy bastante rigurosa; por lo tanto, me genera molestia e incomodidad cuando me cambian los planes, cuando las cosas no salen como yo quería. Aun así, si algo descubrí en mi estadía en Australia, es que nada es como lo había planeado o como yo lo esperaba, que todo tiene su momento y su razón de ser, su propósito y se dan en el tiempo adecuado.
En mis vacaciones intermedias del mes de diciembre, tenía interés en viajar a Nueva Zelanda, a Tasmania o al Sur-Este de Asia. Soñaba recorrer estos sitios, incluso había seleccionado los lugares que quería conocer, coticé en varias agencias y tanto los tiquetes como las excursiones tenían costos excesivamente elevados, esto se debía a que ya estábamos entrando en la temporada alta del verano. Entonces, con el dolor en el alma tuve que desistir de aquellos planes, mi ego se resistía a tener que ceder ante esos viajes tan soñados; confieso además, que no me sentía segura viajando sola con el nivel de inglés que tenía y como no había encontrado un compañero para el viaje tenía una razón más para cambiar de programa.
Así que, mi tío y su esposa me propusieron realizar un recorrido corto por algunos lugares de Australia, aunque lo hacían más por mí que por ellos, para que no me quedara sin salir en vacaciones. Y contextualizando a los lectores, hago este comentario, porque ellos son personas mayores, son inmigrantes que viven en Australia hace unos 40 años, conocen bastante ese país y no se sorprenden tan fácilmente por algo, ni se emocionan como yo lo hago con la naturaleza.
La flexibilidad ante todo…
Pasados unos días logré hacerme a la idea del cambio de planes, me asesoré con alguien que conocía algunos sitios por el sur de Australia, y me di a la tarea de consultar algunos de los blogs de viajes que existen, así fue como organicé el viaje.
La idea era que no nos saliera muy costoso y que tuviéramos flexibilidad en el viaje, para ello, nos fuimos en el carro, llevamos mercado y alimentos para picar en el camino, una estufa a gas, una nevera, sleeping bags; en fin, estábamos equipados por si nos tocaba dormir en un camping; además, cada uno puso una cuota de AUD $1.000 y con eso fue más que suficiente.
Inicialmente, el viaje estaba presupuestado para durar 18 días, pero ellos tenían compromisos ineludibles, lo cual nos hizo acortar el viaje a la mitad, el cual finalmente fue de 9 días, pero creo que fue el tiempo adecuado para conocer y disfrutar, porque en cuanto llegamos a Sydney, cerraron las vías por las que habíamos transitado a causa de los incendios forestales, que fueron noticia mundial por su gravedad. Tal fue su impacto, que de acuerdo con un reporte de National Geographic España, se destruyeron más de 52.400 kilómetros cuadrados de bosques, con un saldo de 27 muertos, un sinnúmero de desaparecidos, más de 1.000.000 animales afectados y 400 megatoneladas de CO2 emitidas a la atmósfera.
Agradecer siempre
Cómo no agradecer los regalos de Dios para con nosotros: pudimos conocer montes, acantilados, cascadas, vimos koalas, canguros, pájaros, adicionalmente, todos los parques nacionales tenían entrada gratuita, reservamos en hoteles o con Airbnb, por lo que siempre dormimos confortablemente. Eso fue una gran ventaja, ya que mi tío manejaba entre 300-400 km por día, siendo éstas jornadas muy extenuantes; así mismo, hizo un clima muy agradable, el cual osciló la mayor parte del tiempo entre 14 y 25◦C, eso favorecía la no presencia de mosquitos, los cuales son muy molestos en el verano, pues se pegan a los orificios del cuerpo, como ojos, nariz y boca. Sólo se nos pinchó una vez una llanta y fue llegando a un pueblo llamado Bendigo, estábamos a 40◦C, nos tocó a la sombra, lo cual facilitó el cambio de la llanta, este es un dato relevante, porque los recorridos son muy largos y no encuentras nada a kilómetros.
Pero no todo es color de rosa
Otro detalle importante es que diez días antes del viaje, me dio un dolor de muela inaguantable. Cuando fui donde el médico general, me di cuenta que mi seguro médico no había sido activado y que no cubría ningún servicio de odontología, así que tuve que tomar un seguro adicional para este tipo de emergencias. Uno de los inconvenientes que me hizo impacientar mas, es que había muchos centros médicos cerrados por ser época de vacaciones, por lo que, puede ser complicado encontrar a alguno disponible; por suerte, el odontólogo me hizo la primera parte del tratamiento antes del viaje, pues si ese dolor me hubiera dado durante este, nos hubiéramos tenido que regresar. Así pues, luego de 6 días con el dolor, me sometí a una cirugía ambulatoria de conductos, que me costó AUD $1.500, sin contar la corona que costaba otros AUD $1.500, más fue una contingencia que debía afrontar y pagar.
Lo que es crearse expectativas
Con esa eventualidad mi foco de atención cambió totalmente, ya no tenía ningún tipo de expectativas respecto al viaje, lo importante era que me aliviaran el dolor, incluso llegué a desistir nuevamente del plan. Faltando cuatro días para el viaje comenzamos a hacer las reservas y a ultimar detalles.
El recorrido total del viaje fue de 3.300 km y resultó ser muy económico, menos de AUD $3.000.
El itinerario fue el siguiente: Sydney – Wilson´s Promontory National Park – Melbourne– Great Ocean Road – 12 Apostles y alrededores – Grampians National Park – Sydney. Todos los sitios súper recomendados.
Me causó una alegría inmensa al ver a mis tíos emocionados, haciendo largas caminatas durante el día, yo creo que ellos no se imaginaron que les iba a gustar tanto el viaje.
Los aprendizajes que me llevo
El aprendizaje que me llevo, es que acepté lo que había en ese momento, me solté y sin mayor expectativa, me dejé sorprender, gocé cada momento del viaje, me deleité con cada uno de los paisajes, todos tan diversos y tan maravillosos. Pienso que la clave está en agradecer y en disfrutar tanto lo grande como lo pequeño, lo bueno y lo que no nos gusta tanto, y dentro de todo lo que pasó, agradezco que hubiese sido de esa manera, de lo contrario, no hubiera aprendido la lección. Sin duda alguna puedo decir que este ha sido uno de los mejores viajes que he hecho en mi vida.